Publicado: 21/11/2023 10:27h. Lecturas: 3646
La medición de la eficiencia de conversión de alimento en carne permite reducir el costo de producción de terneros y novillos; hay diferencias importantes entre animales.
Los ganaderos tienen una nueva herramienta para aumentar la rentabilidad de las empresas: la selección de animales de acuerdo a la eficiencia de conversión de alimento en carne. Hasta hace poco tiempo, las cabañas seleccionaban toros y vaquillonas buscando alto ritmo de crecimiento, facilidad de parto, bajo peso al nacer, calidad de la carne, etc., sin prestar máxima atención a las diferencias que se observan entre individuos en su habilidad para transformar en carne determinada cantidad de alimento.
En los últimos años, en Estados Unidos cobró difusión el estudio de este carácter mediante el uso de comederos inteligentes que permiten medir la cantidad diaria de alimento que consume un individuo y relacionarlo con su aumento del peso. El resultado se puede comparar con una población de referencia para determinar si está por encima o por debajo del promedio de aquélla.
En la Argentina, la medición de la eficiencia de conversión de alimento en carne (RFI, según sus siglas en inglés), está llevándose a cabo por asociaciones de criadores, productores e instituciones de investigación agropecuaria.
RFI es la sigla de Residual Feed Intake y mide la eficiencia de conversión corregida por crecimiento y tamaño de un animal. De acuerdo a Aníbal Pordomingo, “sirve para medir la variación en el consumo de alimento más allá del requerido por un animal para mantenerse y crecer”.
En la Argentina
Alfonso Bustillo, presidente de la Asociación Argentina de Angus, cuenta que la institución desarrolla el programa ERA, que realiza diferentes mediciones de los caracteres de interés productivo en animales de la raza. Mediante las diferencias esperadas entre Progenies (DEP) evalúan ritmo de crecimiento, peso al nacer, facilidad de parto, producción lechera, circunferencia escrotal, cantidad y calidad de la carne, etc. Las citadas “son variables que permiten elegir un reproductor determinado para direccionar un rodeo hacia los objetivos buscados y conseguir que las hijas/os sean mejores que los padres”, define Bustillo.
La selección a partir de estas variables se potenció con la genómica. Esta rama de la ciencia determinó que hay segmentos de ADN del vacuno correlacionados con caracteres de interés productivo. Entonces, con una prueba genómica, proveniente de una muestra de un tejido de un animal, se puede predecir el comportamiento productivo de la descendencia. Así “se adelanta mucho tiempo, al no tener que esperar el desarrollo de los hijos y evaluar su comportamiento en los caracteres deseables”, diferencia Alfonso.
La selección genética tradicional y las pruebas genómicas se fueron utilizando para el mejoramiento de los caracteres citados en las distintas razas vacunas, pero recientemente se agregó el rasgo Eficiencia de conversión de alimento en carne, que “permite detectar animales que producen lo mismo que otros pero con menor consumo de alimento”, explica Bustillo.
Los DEP para este carácter son útiles para el feedlot, por ejemplo, una empresa donde el consumo de alimento tiene un impacto enorme en el resultado económico. Sin embargo, además del impacto económico, “trabajar con animales más eficientes contribuye a reducir la producción de metano ruminal, y hace más amigable la producción ganadera con el ambiente”, destaca Bustillo.
En busca de referencias
Conocida la importancia de este carácter en el mundo, hace un tiempo que se comenzaron las tareas para su implementación en la Argentina. “El primer paso para disponer de DEP de RFI es crear una población de referencia, que permita comparar animales con ella”, expresa Bustillo.
Para crear la población, se utilizan protocolos que se aplican en tres lugares de la Argentina. En esos sitios ingresan toritos que quedan 20 días para la etapa de adaptación; luego van a piquetes durante 60 días con comederos inteligentes provistos de balanza para pesar cada animal. En el comedero se “lee” volumen residual diario de alimento, lo que permite determinar el consumo de cada animal para obtener la eficiencia de conversión del alimento en carne.
“En la Argentina es fundamental disponer de una población de referencia para RFI; no se pueden usar las de otros países. Por eso la Asociación de Angus apoya a los criadores que envían los toros a la prueba haciéndose cargo en una parte de los costos, en la búsqueda de tener más herramientas para mejorar los reproductores que se ofrecen a los criadores”, indica el empresario. “Cuando esté lista la población de referencia, cualquier animal va a poder tener un DEP de RFI”, se entusiasma Bustillo.
En Estados Unidos la selección por RFI está muy difundida. Los cabañeros y muchos productores tienen comederos inteligentes en los campos y toman mediciones, que se envían a un programa nacional que cuenta con una población de referencia de 25.000 animales. Con esa organización “le dieron DEP para RFI a 1.200.000 animales, lo que repercute en un fenomenal ahorro de costos en los feedlots”, resalta el presidente de Angus.
Ya hay firmas comerciales que ofrecen comederos inteligentes. Los ganaderos deben trabajar fuerte en el programa de selección por eficiencia de conversión. “Para el criador, contar con datos de RFI significa que los feedloteros prefieran sus terneros sobre otros sin datos, porque pueden ahorrar tranquilamente un 15-20% en el costo del alimento. Para quienes hace ciclo completo, significa aumentar la eficiencia de todo el proceso. Entonces, deben pedir esta información el cabañero al comprar toros o semen” , aconseja Bustillo.
Para terminar, el empresario cuantifica la conveniencia del mejoramiento genético vacuno con un ejemplo. “Los toros pueden tener tres años de vida útil como promedio. En un rodeo de 100 vacas se usan 3% de toros, con los que lograrían 85% de destete. Si se consigue, mediante la genética, 1% más de terneros nacidos vivos por tener bajo peso al nacer, y si se logran 20 kilos más al destete, a 1000$/kg de ternero se genera un ingreso extra de 1.900.000 pesos. Es decir, gastar en genética vacuna paga la inversión y desarrolla un rodeo con hembras cada vez más eficientes”, resalta.
Por Carlos Marín Moreno